Reflexiones de un pintor
By Beyond Arting
Hablar de uno mismo es siempre un ejercicio
controvertido. En sí, nunca se acierta a conocer si la necesaria dosis de
objetividad y sentido crítico se hallan en su justa proporción, más al tratarse
de mi trabajo como pintor.
Personalmente, me resulta muy difícil verbalizar sobre
aquello en lo que trabajo por ser dos lenguajes muy diferentes. Se trata de dos
ejercicios mentales que no tienen, a mi entender, nada en común. Ambas expresiones
se apoyan en un proceso intelectual como punto de partida y desarrollo.
Mientras que la escritura la entiendo como un ejercicio de la razón, la pintura
es una mezcla de emoción y análisis donde el subconsciente tiene un
protagonismo fundamental.
El sentido y tacto visual de la pintura que me
interesa, y que hago, es el resultado de la búsqueda interior. Me implico en hacer
una interpretación simbólica de mi percepción de las realidades abstractas y plasmarlas
sobre el lienzo. Difícil tanto de explicar como de ejecutar.
La formación intelectual resulta fundamental para poder desarrollarte
y crecer como pintor. Tenemos que saber de donde venimos para saber hacía donde
queremos ir.
Por otro lado tenemos que conocer y ser dueños de
una técnica pictórica. Es, no sólo, la herramienta de trabajo que nos permitirá
crear un puente de conexión entre ambos mundos, sino aquello que marca el
alcance.
Tener una idea, un pensamiento y no acertar en su
desarrollo y plasmación se queda en la nada. Lo que trasciende es aquello que
se puede ejecutar y para ello es necesario poseer un instrumento que propicie
su materialización.
La técnica es importante, pero es simplemente la
puesta sobre el escenario de una metodología que se aprende. Cualquier persona virtuosa
puede pintar, no significa que sea un artista. El artista profundiza en la mente
y el espíritu del hombre y trasciende al espectador para crear un mundo nuevo
desconocido, desde una perspectiva concreta.
Soy hijo de la cultura Grecorromana; el
mediterráneo ejerce en mí una atracción vital. Micenas, Knossos, Egipto, Grecia
Antigua y Clásica, Roma Clásica, el Renacimiento en Italia, son los pilares donde se apoya mi formación.
No intento comprender de donde y como surgen mis
imágenes, sólo me dejo llevar por la intuición y mi sensibilidad, confío en
ellas como un ciego confía en su bastón. Son mi punto de apoyo en esta difícil
andadura de la creatividad.
El hombre cuando fue consiente de la muerte y por lo tanto de
su propia existencia tuvo la necesidad
vital de trasmitirlo a los demás mediante el lenguaje de símbolos, imágenes y
sonidos. La escritura, escultara, pintura y la
música, son los cuatro pilares donde se ha apoyado el hombre para su desarrollo y crecimiento intelectual.
Crear un lenguaje propio es esencial para la propia
realización como pintor, pero también la consecuencia de un trabajo trazado de
veracidad desde los inicios. De ahí que sea fundamental confiar en uno mismo,
en tus poderes. Todo ello provoca una incertidumbre que da pie a arriesgarte. Sin riesgo no hay
lucha. No entiendo la vida sin esfuerzo.
El reto de pintar un cuadro con la menor cantidad de medios
posibles, y que el resultado final sea poderoso, es un desafío conmigo mismo,
la razón de mi vida como pintor.
¿Que opinas del
mercado del mundo del arte?
Lo
primero, apuntar que la opinión siempre queda articulada en función de una
experiencia personal. Aún así, creo que es posible tener una opinión objetiva
más allá de esto que acabo de apuntar. De ahí que piense que el pintor en el
momento que termina una obra y sale de su estudio, entra a formar parte del
mercado, de la oferta y demanda. Es una realidad paralela que repercute de una
manera importante al artista, pero a su vez tiene que ser ajeno a su propio
proceso creativo.
Es
fundamental la figura del marchante, que
es la persona que da a conocer y difundir al gran público el trabajo que
hacemos.
Tiene que haber una gran complicidad entre artista y mecenas.
La profesionalidad por ambas partes es
primordial para un buen desarrollo en este sentido y que el marchante sea el
punto de convergencia donde ambas partes tengan un conocimiento recíproco.
En estos momentos que vivimos de confusión y que todo vale,
el mercado es un caldo de cultivo donde prolifera la mediocridad y oportunismo
a todos los niveles y el de la pintura no es ajeno a ello.
A lo largo de la historia, siempre después de una crisis resurgen nuevos ideales y valores. Cambia la
concepción del hombre y su entorno. Estoy convencido que ahora no será una
excepción. Soy optimista al pensar que la evolución del hombre siempre ha ido
a mejor a lo largo de la historia y que
tenemos un futuro por delante a descubrir.
La historia es implacable y lo que hagamos ahora se nos
reconocerá o reprochará en el futuro, tanto para bien como para mal. Hay que
ser muy consciente de ello.
ángel de la peña diciembre
2013